divagaciones, elucubraciones, epistolas, despachos, pensamientos, emociones, caminatas y sobre todo vuelos acerca y desde las lejanas tierras del fin del mundo, entre la Cordillera y el Mar. Las palabras aqui empleadas solo representan el sentir subjetivo de quien las escribe, osea, yo mismo mismamente. Eso sería...

sábado, noviembre 12, 2005

Turismo Aventura con Sofía...

Abre los Ojos.

Hoy iba a ser un día tedioso, algo de calor en esta habitación en cuya ventana da el sol toda la tarde, todos en casa iban a un cumpleaños de alguna prima de la sobrina de alguien y yo pues para variar sin panorama alguno. Pero llegó el llamado de la fortuna y en 48 segundos todo cambio.
Me llamó Javier, que venía a casa a traer el encargo y que tenía pensado ir con Sofía (mi amiguita Sofía), por ahí, a dar una vuelta y si yo tenía algo que hacer. Como yo soy un tipo ocupado, que agenda su tiempo para realizar el sinnúmero de actividades que a diario me ocupan (ja...), le dije que nada y que por supuesto que los acompañaba, agregando que si era prudente podía ubicar a “el Gardo” para que fuese también.

Ubicado Edgardo, solo me senté a esperar que todo siguiera su curso...

Resumiendo el itinerario nos pegamos flor de vuelta por el Parque Pedro del Río Zañartu (no sin antes esperar a Edgardito cuya puntualidad está lejos, pero muy lejos de los estándares aceptables internacionalmente), es decir el tour le lleva caminos por senderos de rally (es cosa de imaginarse un juego de Playstation), la visita al museo Hualpén (que seguramente ya no se llama así, porque las letras que indicaban ese nombre en unas piedras ordenadas sobre un prado de verde césped ahora solo dicen “Museo”), con la mítica momia de año 666 (satánica ¿no?), la quinta única armadura de Samurai auténticamente Japonesa around the world y miles de otros cachivaches que este señor recolecto en sus 4 viajes por el mundo. Para rematar en nuestra nunca bien ponderada desembocadura del Río Bío Bío, otrora frontera natural entre los fieros Araucanos y los conquistadores Españoles.

Me sorprendí de sorprenderme de no haber perdido mi capacidad de asombro, cosa que me puso bastante contento. Seguramente muchos habitantes de esta urbe nunca han ido allí, y créanme que el espectáculo es increíble, la vista es espectacular, sentir el viento acariciando tu cara es impagable y envidiar a las aves que surcan los cielos de ese lugar en interminables ballets aéreos es algo inevitable.

Vayan, en serio...

Recordé con cariño los cientos de veces que me he paseado por las calles de este fin del mundo, dirigiendo la vista hacia lugares en que la gente generalmente no posa sus ojos, para mirar todas esas cosas que a pesar de estar allí mucho antes que yo, no existen para casi nadie, porque nadie se da el tiempo de mirarlas y atrapar con ello en su memoria un pedazo de historia también, que por muy reciente que pueda parecer es algo que tal vez en un par de años no esté.

Comencé una vez más a recordar cosas, lugares de esta ciudad que ya no existen y que podemos encontrar por ahí en algún libro (como los de Don Tito), en una conversación de cura’os en un bar a las tantas de la madrugada, en una crónica o en alguna que otra foto del álbum familiar. Lugares como el Mastik, los videojuegos del subterráneo de la Polla Gol, el Bari, los Delta, los Alfa, el Eco Center (jajaj), el Vittorio, el Royal, el cine Ducal, el cine Windsor (que ahora es XXX), el Lido y sus espectaculares programas dobles rotativos, el Regina, Donde Golpea el Monito, la pesa gigante de la Farmacia Marsano y las San Pedro 1, 2 y 3 (devoradas por las grandes cadenas de hoy), la pensión del Lalo en la vieja casa Onetto, el Castillo, el Nuria, sus amables meseras, sus tibias cervezas y las piscolas sin hielo, las papas fritas del Dingo devoradas con el Chapu en mas de una ocasión, el Milan, cuando las micros pasaban por Barros y eran de colores, cuando la pileta de la Plaza no era tan kitsch como ahora, Dismar, Gatto’s, la Shadows (jajaj), el Gatsby, el Bochodromo Italiano, las tocatas en el Santiago Watts, las de la Digeder de Chiguayante y el Auditorio de San Pedro. La ramadas de Ferbio y La Ferbio misma donde hubieron eventos tan apoteósicos como aquella vez que tocaron Los Prisioneros y mientras todos cantaban “...por que no se van...” al huevo se le perdió un zapato. Cuando el Guanaco era en Blanco y Negro y jugabamos a protestar contra la dictadura y arrancar de los pacos. Cuando ganó el NO y Los Carrera que era angostita no daba mas de tanta gente. Cuando vino a Conce la Cindy Lauper y no fue nadie, los paseos al Km 10, a Las Carretas o a Los Puentes (del 1 al 7). Cuando solo se pagaba peaje para salir de esta ciudad y así tener otra razón más para no querer irse de aquí... cierta vez caminado por Colo Colo casi al llegar a Barros nos detuvimos tres amigos a mirar hacia el frente, arriba... vimos un anuncio de Coca Cola que debe haber sido más viejo que la injusticia pintado sobre la fachada del edificio que esta sobre ABC (Barros esquina Colo Colo), nos quedamos un buen rato mirando impactados por haber pasado por allí 1478 veces y nunca haberle visto, lo curioso y agradable además fue que cada persona que pasó esa tarde por allí dirigió su mirada hacia el anuncio y la expresión de sorpresa era igual en cada uno de los rostros... habíamos salvado esa parte de la ciudad del olvido, espero que hoy no sea yo el único que lo recuerde.

A eso me refiero, queda mucho por mirar, por tocar, por conocer, por sentir...

A veces es bueno abrir los ojos, de esta forma luego al cerrarlos podremos traer a nosotros los recuerdos de las imágenes que se filtraron por ellos... esas son indelebles.

Buena noche...

"Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa.
Me gusta abrir los ojos y estar vivo,
tener que vérmelas con la resaca.
Entonces navegar se hace preciso
en barcos que se estrellen en la nada.
Vivir atormentado de sentido,
creo que esta sí, esta es la parte mas pesada"

Al lado del camino, Fito Paéz.